A pesar de lo que diga el Presidente de la Nación, su Jefe de Gabinete y sus disciplinados adulones, la realidad nacional nos muestra un desquicio jamás visto. Que, cada vez más, aleja a nuestra Argentina de su otro nombre de República. Por eso, estamos junto a los muchísimos argentinos que se manifiestan en marchas o en actitudes críticas claras y viriles a través de sus palabras o de sus escritos.
Nuestro desagrado frente a decisiones de la Corte y de otras instancias de la Justicia no es nuevo, pero está llegando a un nivel que ha hecho de la división de poderes un concepto absolutamente vacío. Sentimos vergüenza por la actitud de muchos magistrados y por sus resoluciones.