Ejercicio de anarquía (una solicitada que se las trae).

Ha aparecido, hace poco, una solicitada que pide la libertad del ex vicepresidente Boudou. La firmaron varios legisladores, un ministro, altos funcionarios, ex presidentes extranjeros – alguno condenado por delitos cometidos durante su mandato, como no – y, también, gremialistas de peso, la inefable Bonafini y el juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Zaffaroni, aquél en cuyas propiedades porteñas funcionaban prostíbulos. 

Sostienen, todos ellos, que Boudou es un “preso político”. La expresión es, entre nosotros, de triste memoria. Tuvimos, en nuestra historia reciente, presos políticos ya fuera con gobiernos de facto o constitucionales. Claro que salta a cualquier vista que Boudou no encaja en esa categoría. Está condenado – en todas las instancias – por cohecho y por negociaciones incompatibles con la función pública. Los firmantes del panfleto son los primeros en saberlo.

Si es surrealista que ministros y legisladores admitan que existen presos políticos, la cúspide del absurdo la ocupa la adhesión de Justicia Legítima, organización de jueces y fiscales K. En breve: esos jueces y fiscales atacan, desde los medios, lo resuelto por otros jueces. Solicitada vs. Sentencia. Mayúsculo desorden; instituciones en caos. 

La revolución graboisiana

Casi simultáneamente, el presidente Fernández afirmó que no piensa hacer ninguna revolución. Inmediatamente fue desmentido por el señor Grabois, frecuente comodín de las barajas K. Éste dijo que integra un gobierno revolucionario. Claro que, entendamos lo que es la revolución de Grabois. Nada de marxismo–leninismo.  Los medios de producción, no se estatizan. Eso sí, deben caer, sin prisa pero sin pausa, a manos del neo empresariado amigo. Que se ha formado con el desfalco de las arcas públicas y con leoninos contratos con el Estado. Es el capitalismo nac and pop de los Lázaros, Cristóbales, De Vidos y, faltaría más, de la propia Cristina. 

Ahora bien, no nos quedemos con el costado disparatado de la tal solicitada. Ella encastra debidamente con los dichos de Grabois, sedicente amigo del Papa. Y yace en todo ello una latente amenaza: “Alberto, lo soltás o vamos por vos”. Claro que “ir por él”, tiene sus dificultades. Cristina podría sepultarse si asume la presidencia y se autoindulta. Tampoco quedaría bien parada, si el Congreso la amnistiara siendo ella presidente. Mejor es cualquiera de esas dos cosas suceda durante la presidencia de Alberto.

¿Quedará, en algún recóndito pliegue de la personalidad del presidente, el coraje necesario para mantener su negativa al indulto? Se desdijo tantas veces, que una más no llamaría la atención. Pero ese indulto, podría salirle demasiado caro. Curiosamente, la solicitada – desafiante como es –  esconde también una cuota de temor. Un “salgamos prontito de esto, porque podemos terminar muy mal”. Veremos como termina el entuerto.

Por Daniel Zolezzi. 

Fuente: Diario La Prensa

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