Hace un año, en medio de la algarabía de sus simpatizantes, Alberto Fernández
se sentaba en el sillón de Rivadavia. Nadie podía imaginar entonces que, a las asignaturas
pendientes que arrastraba el país y a la desafortunada herencia recibida de la administración
anterior, el presidente pronto debería sumarle una preocupación de mayor calado: la pandemia.
Sin un plan previo que ejecutar en materia económica y una estructura ministerial que desde
el inicio mismo de la gestión mostró sus falencias, el hombre elegido por Cristina Kirchner
hizo su ingreso a la Casa Rosada con la pierna cambiada. Dio la impresión, en los primeros
meses de la cuarentena, que la receta puesta en práctica obraba los resultados esperados.
Sus conferencias de prensa eran seguidas con atención y su imagen positiva rompía récords.
Pero a medida que transcurrió el tiempo y el encierro obligatorio se extendió sin solución de
continuidad —como si fuera la solución a todos los males de la peste planetaria— comenzaron a
notarse las consecuencias —seguramente no queridas— de un libreto sanitario deficiente.
Por Doctores Vicente Massot y Agustín Monteverde.

La estafa con los desaparecidos.
Con prólogo de Juan Bautista «Tata» Yofre, este nuevo libro de José D’Angelo describe documentadamente, con 10 escandalosos ejemplos tomados entre miles, cómo – desde la Secretaría DDHH y el Ministerio de Justicia de la Nación, se han falseado historias y adulterado documentos públicos facilitando una multimillonaria estafa con los «desaparecidos».