Entre el diagnóstico oportuno y la falla multiorgánica­.

El derrumbe biológico y espiritual se da también en lo colectivo. De tal modo han desaparecido naciones y culturas enteras, como por ejemplo la maya en nuestra América, apagada por cultos demoníacos dos siglos antes de la llegada de los españoles.

El ecologismo ha creado -so pretexto de proteger al ambiente- toda una ideología que abarca desde los combustibles hasta la alimentación vegana pero, peor, desde el discurso falsamente pacifista y enemigo de la religión hasta la promoción LGTB (con sigla impuesta y todo). Sólo para escapar del tradicional «respeto al orden natural» que nos fuera enseñado y, en última instancia, sólo por odio al orden y a la Naturaleza en sí mismos.­

El derrumbe de lo razonable llega al punto de negar la diferencia hombre/mujer, fijada por la vida en nuestros cromosomas y confirmada cada vez con más profundidad, en todo aspecto, por las evidencias científicas. Pero no, la ideología gobierna y empuja a la destrucción de lo dado; porque no se acepta lo dado sino lo «construído» por nuestra soberbia: el hombre confirma así a diario su adherencia al pecado original.­

Sin embargo, la naturaleza sigue brindando ejemplos capaces de ilustrar a nuestras confundidas inteligencias. Obsérvese, si no, la evolución de las enfermedades infecciosas.­

Una enfermedad infecciosa comienza habitualmente con la aparición de lo que en medicina se llama un «foco séptico». Ese foco es, por definición, localizado y -si se lo diagnostica oportunamente- se puede erradicar con medidas limitadas, habitualmente quirúrgicas. De lo contrario, la enfermedad focal se transforma en regional y la infección pasa a la sangre constituyendo una sepsis. Entonces el tratamiento quirúrgico -habitualmente extirpación y/o drenaje del foco u órgano afectado- debe combinarse con medidas de orden general, como la antibióticoterapia; por supuesto, con peor pronóstico.­

Pero si ese tratamiento se instituye tarde el enfermo deriva en la «falla multiorgánica», es decir en la disfunción de los distintos sistemas. Aparatos circulatorio y respiratorio, riñón, hígado. van cayendo sucesivamente y a esa altura ni la remoción del foco ni los antibióticos -que por lo general se combinan y cambian infructuosamente- ni las medidas de apoyo intensivo son ya capaces de revertir la situación.­

La muerte sobreviene como resultado de una suerte de parálisis funcional generalizada, prácticamente irreversible siempre. Lo que no fue resuelto en su momento, evoluciona para terminar con la vida.­

­EN EL ORDEN ESPIRITUAL­

Así pasa también en el orden espiritual. Y lo peor es que la historiografía moderna oculta, en lugar de poner como ejemplo, los casos en que la caída pudo ser revertida. Tal el de George Sand y Federico Chopin en Valldemossa. A la mayoría de nosotros ha llegado la conocida versión publicada por la escritora bajo el título «Un hiver á Majorque», acerca del mal período que pasaron frente a la incomprensión pueblerina de sus vecinos de la isla.­

Sin embargo, Robert Graves -escritor inglés, protestante, autor de «Yo, Claudio»– señala, apoyado también en el testimonio de Franz List, que en cambio para Chopin «todos los rayos de felicidad dispersos se concentraban en esa etapa de su vida», en que el músico volvió a la Fe católica y planteó a su amante una vida casta «en términos dictados por la Iglesia que ella tanto detestaba» (Graves R. Por qué vivo en Mallorca. Hesperus. Barcelona 1997, pág 155).­

El derrumbe biológico y espiritual se da también en lo colectivo. De tal modo han desaparecido naciones y culturas enteras, como por ejemplo la maya en nuestra América, apagada por cultos demoníacos dos siglos antes de la llegada de los españoles. Y por eso así ninguna nación puede estar segura de sobrevivir sin desnaturalizarse, a menos que se defienda tenaz y permanentemente de acuerdo con sus principios fundadores.­

Gobernada entre la psicopatía y la «docta ignorancia» que cree disimularse con el pertinaz empleo de la mentira, nuestra patria corre de verdad ese riesgo. No se trata sólo de la amenazante deuda económica, se trata -peor- del absoluto vacío espiritual.­

­ADVERTENCIA TEMPRANA­

Pero no alcanza aquí con el diagnóstico oportuno que, con otros observadores, venimos repitiendo desde tiempo atrás. Porque, en política, frecuentemente la advertencia temprana fracasa ante oídos que se niegan a escuchar. La cuestión es entonces actuar, y en el momento exacto.­

Esta vez no será indicación de un exclusivo tratamiento quirúrgico sobre el foco. Porque ya estamos inmersos en el estado séptico en todos los sentidos del término. La terapéutica ha de ser general: no podemos dejar desarrollarse la falla multiorgánica que empieza a marchar.­

Por Hugo Esteva.

Fuente: Diario La Prensa

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