Luego de la aciaga noche de «Cancha Rayada» del 19 de marzo de 1818, en la que las tropas del Ejército Unido Argentino-Chileno había sido batidas completamente por las fuerzas realistas, muchas versiones empezaron a correr en Santiago de Chile. Desde que tanto San Martín como O’Higgins habían muerto en la batalla, hasta que la suerte de la Independencia estaba nuevamente perdida en manos de los españoles. Muchos patriotas, temiendo las represalias realistas, intentan traspasar la cordillera buscando refugio en las Provincias Unidas.
Sin embargo, en la tarde del 25 de marzo de 1818, un General San Martín, cansado, sucio y polvoriento, entra en la Ciudad de Santiago de Chile, logrando con ésto calmar los ánimos, tratando de infundir confianza en el pueblo apesadumbrado por el reciente revés de las armas de la Patria.
Es allí que San Martín pronuncia el primer y único discurso de su vida. Siendo un hombre de pocas palabras, era el momento de utilizarlas.
Desde la montura de su caballo habla al pueblo chileno, que lo observa esperanzado:
“¡Chilenos! Uno de aquellos acasos que no es dado al hombre evitar, hizo sufrir a nuestro ejército un contraste. Era natural que este golpe inesperado y la incertidumbre os hiciera vacilar; pero ya es tiempo de volver sobre vosotros mismos, y observar que el ejército de la patria se sostiene con gloria al frente del enemigo; que vuestros compañeros de armas se reúnen apresuradamente y que son inagotables los recursos del patriotismo. Los tiranos no han avanzado un punto de sus atrincheramientos. Yo dejo en marcha una fuerza de más de 4.000 hombres sin contar las milicias. La patria existe y triunfará, y yo empeño mi palabra de honor de dar en breve un día de gloria a la América del Sur”.
Y su palabra empeñada fue cumplida apenas diez días después, logrando una de sus mayores Glorias, llamada «Maypo»…
Después de haber escrito éstas líneas, al releerlas, caigo en la cuenta lo actuales que son las palabras del Gran Capitán.
A pesar de nuestros políticos que no están a la altura de las circunstancias, a pesar de todas las plagas que nos acechan, a pesar de todo, «la Patria existe y triunfará».
Javier Mundani Ozuna.
Un comentario
La cuestión pasa por considerar las bases que encarnaron ese patriotismo, es decir, el estado de las personas que conformaron conforman, los Pueblos.
La diferencia es abismal, y la sola comparación muestra que hace 200 años, había un Pueblo Patriota, y hoy, está casi por completo enajenado, distante, corrompido. Incluso, si pusiéramos en medio la consideración del estado espiritual y moral del Pueblo ante los embates del enemigo, puedo afirmar con certeza, que en el caso de Tucumán, cuando fuera el operativo militar contra la guerrilla, en especial luego del atentado explosivo al avión Hércules que transportaba Soldados de Gendarmería, y cuando asesinaron al Capitán Viola y su Hijita de 3 años, la reaccion general fue de una gran indignación. Las masivas concurrencias de las familias completas a los actos oficiales del 9 de Julio, y el 24 de Septiembre, como el saludar a la bandera que se hizaba todas las mañanas a primera hora, son unas de las tantas formas con que el Pueblo demostraba su amor por la Patria. Esas demostraciones públicas, expresiones del amor interior presente, ya no están, y en su lugar queda la enajenación, el desamor, la distancia, y la corrupción.
Los que aún estamos dispuestos a combatir dejando todo de lado, sentimos mucho dolor e impotencia, y a pesar de todo, continuamos esperando la oportunidad para hacer lo que es debido. Pero, callados, escondidos, inmóviles, sin la gran cuota del valor de antaño puesta por delante, cualquier vendido de poca monta continuará entregando la Patria.
Es por tanto necesaria una acción de tal fuerza, que haga temblar, y caer, y algo más, a quienes pretenden arrodillarnos por completo.