En homenaje a su día.
Como observador pasivo, confinado y viejo, asomado a menudo a la televisión durante las treguas que me dan las tareas domésticas y las lecturas, he advertido con beneplácito el creciente protagonismo de las mujeres -jóvenes, maduras y viejas- en esta suerte de rebelión contra un gobierno que exhibe a diario sus miserias morales. Gobierno sin ideas y sin noción del bien común. Gobierno de ladrones, ineptos, demagogos, mentirosos, ruines, hipócritas, hedonistas y calzonudos. Sin amor a la Patria y sin temor de Dios. Claro que de esas mujeres, madres y amas de casa, trabajadoras todas y sufrientes ciudadanas, hay que excluir a la murga LGTB, a las abortistas y a las activistas intoxicadas por la izquierda, cuyos subproductos ocupan altos cargos en una administración discrecionalmente manejada por una psicópata y un inescrupuloso hazmerreir de nula monta. Pocas líneas, entonces, bastarán a los que bien entienden, para el elogio de esas mujeres que se manifiestan con valentía y sensatez y con auténtica prevalencia en sus manifestaciones sobre muchos “hombres”, que parecen haber perdido los cojones en los festivales de rock y el ejercicio activo de la molicie. Me refiero especialmente a La Cámpora, neo-recua a la expectativa de las pitanzas que les deja roer el régimen.
Jorge Bohgziewicz.