El 15 de marzo de 1981 partió hacia la inmortalidad el sacerdote Leonardo Castellani. Con él desaparecía uno de los más lúcidos pensadores católicos del siglo XX.
Este hombre, que sintió arder dentro de sí la misión providencial de hacer Verdad, “una verdad por la cual se pueda vivir y morir (…) una verdad viva y vital” (San Agustín y Nosotros), había nacido en San Jerónimo del Rey, luego ciudad de Reconquista, en la provincia de Santa Fe, el 16 de noviembre de 1899. Hijo del florentino Luis Héctor Castellani, fundador del diario El Independiente, asesinado por la policía en medio de las luchas electorales de 1906, cuando Castellani era aún un niño, y de Catalina Contepomi.
En una Argentina intelectualmente desarmada, donde los hombres vivían de prestado, pidiendo al extranjero ojos, oídos, conciencia y sensibilidad, Castellani comenzó a forjar en la levadura del talento un estilo único y hondamente argentino.
Hoy, para honrar al grandísimo Padre Castellani, compartimos un soneto que emana belleza, bondad y verdad, pero sobre todo, una fortísima devoción a la Virgen María.
El nombre de María vivas mieles
Que significa el mar solemne y santo
Rompió como un mar bravo allá en Lepanto
Y destrozó el poder de los infieles.
Un relente de rosas y claveles
Azulceleste veste y blanco manto,
Pero también el ímpetu y espanto
Contra los viles, contra los luzbeles.
Porque Ella es reina y madre todo junto,
Del poder del amor vivo prasunto,
Y como Reina tiene sus cuarteles.
Como una flor camuflada en flores
Y como Madre tiene sus furores
Cuando le tocan sus hijitos fieles.
P. Leonardo L. Castellani.
Grupo República.
Fuentes: Infobae / Militis Militorum / La Cumbrera