El que crea que el derrumbe cultural que vivimos es solamente nuestro, resulta irremediablemente ciego. El que crea que el fenómeno es peor en la Argentina que en cualquier otro país, es por lo menos miope: lo que tiene que mirar de cerca no lo deja ver lo que hay detrás.
Alexis Carrel, médico francés que vivió entre 1873 y 1944, responsable como recordaremos de haber iniciado gran parte de los caminos de la cirugía del siglo XX, hubiera merecido homenaje tras homenaje de sus compatriotas, aunque sólo fuese por haber ganado el Premio Nobel de Medicina en 1912, uno de los pocos otorgados a cirujanos y de los todavía menos dados a un francés. Pero tuvo la desgracia de ser católico y de no ser «democrático». Y aunque para llegar a la sabiduría política y, más aún, la verdadera Fe tuvo que hacer el arduo camino intelectual y espiritual de contradecir a los vientos positivistas de su educación universitaria, la corriente cultural hoy en boga lo ha etiquetado de «fascista» y va en camino de borralo del mapa. En efecto, más de medio siglo después de su muerte las calles que -en París entre otras ciudades de Francia- lo conmemoraban, han sido «débaptisées». Es decir, su nombre ha sido arrancado por las columnas socialistas y reemplazado. La «memoria» hace lo posible por suprimir el recuerdo de Carrel.
Por Hugo Esteva.