Es de buen uso que con la muerte uno inaugure una respetabilidad nuevita, flamante, recién salida de las mejores intenciones de quien espera inclinar el juicio divino en sentido favorable a la amistad que sintió por el muerto. Pero un hombre es un hombre y por mucho que hagamos con nuestras rogativas para facilitar su acceso al Cielo, Dios conoce el interior de los corazones y penetra con absoluta seguridad en las intenciones que dirigieron nuestros pasos en la tierra.
El padre Raúl Sánchez Abelenda a muerto y con él desaparece una de las figuras más discutidas de nuestro clero secular, como fue mi amigo y sentí por él una estima fundada en la clara apreciación de sus valores, tengo una firma confianza en que el Padre Eterno lo tiene para siempre con los suyos en la Gloria, porque era un creyente y de una firmeza en la fe como pocas veces he tenido la oportunidad de ver…
Grupo República.
Fuente: Rubén Calderón Bouchet.
Un comentario
lo conocí. un nazi.
No quiso ser cura. Sus padres lo pusieron en el seminario muy chico.