Mi amigo Fernando Esteva se ha sumado a la larga lista de abogados que escriben novelas. Encabezada en la Argentina por Marco Denevi con Rosaura a las Diez. La de Esteva -creo que es la primera del autor- lleva por título el de esta nota. Y me propongo comentarla porque vale la pena.
Destacaré algunos de sus méritos, a saber: está bien escrita, se sitúa en la Argentina durante los llamados años de plomo, es decir durante la década en que combatieron enconadamente la guerrilla marxista y el gobierno militar que regía entonces el país. Hoy, los deudos de muchos guerrilleros cobran generosas sumas pagadas por el Estado a modo de indemnización. Aunque nada cobran los parientes de soldados muertos peleando contra los guerrilleros.
Y el autor asume al respecto una posición correcta. Es decir, se pone del lado de los represores, tan calumniados más adelante, hasta el punto que el término represión se ha transformado en mala palabra. Como si a los delincuentes no hubiera que reprimirlos. A raíz de ello, numerosos represores están injustamente encarcelados, habiendo muerto en la cárcel muchos de ellos. Yo los suelo ir a visitar, como integrante de la ONG Justicia y Concordia, encabezada por Alberto Solanet y Carlos Bosch. Entre los presos se encuentran esforzados combatientes de Malvinas: Astiz, Binotti y alguno más. El Capitán Giachino murió combatiendo, como El Perro Cisnero. El ex presidente de facto Rafael Videla, murió en prisión.
CONFLICTO DESPIADADO
La novela de Esteva tiene una portada atrayente y es de lectura fácil. Contribuyendo a que se enfoque correctamente aquel conflicto despiadado, en el que incluso intervinieron, solapadamente, otros países, como ser Cuba y la misma Rusia. Aunque escribir esto resulta en la actualidad políticamente incorrecto.
El libro, entre otros méritos, cuenta con el de recordar cómo ocurrieron los hechos durante tal enfrentamiento, si bien adoptando un aire de neutralidad que torna más convincente el alegato.
¿Por qué la obra de Esteva se llama Rosita breve relato de una adopción; Maya una historia imposible. Pues, sencillamente, porque esos son los nombres de sus dos protagonistas principales.
Y hace falta coraje para tocar los temas que aborda Esteva. Ya que, seguramente, lo acusarán de fanatismo y unilateralidad por traerlos a cuento.
No negaré, ya lo dije, que soy amigo de Esteva. Pero confío en que esa circunstancia no le haya quitado imparcialidad a los juicios que aquí formulo sobre su obra.
Cerraré esta breve nota diciendo que me ha parecido muy acertada la elección de la foto del autor que figura en la contratapa del volumen.
Por Juan Luis Gallardo.
Fuente: Diario La Prensa