
Dos bolsas de gatos (maullando en el abismo)
En un grado algo distinto, pero igualmente ostensible, tanto el oficialismo como la oposición incurren en vicios que chocan a la seriedad de la República.
En un grado algo distinto, pero igualmente ostensible, tanto el oficialismo como la oposición incurren en vicios que chocan a la seriedad de la República.
Los derechos de exportación continúan cuando deberían haber expirado en 1866.
Dos crímenes horrendos han conmovido a la sociedad argentina: el del joven Fernando Báez Sosa y el del niño Lucio, poco más que un bebe.
En su novela Farenheit 451 -temperatura a la que el papel arde- Ray Bradbury nos pinta un mundo en el que los bomberos se ocupan, no ya de apagar incendios, sino de quemar libros. La cultura es el enemigo. Y debe ser aniquilada, fuego mediante.
Abundan los comentarios sobre la sentencia que condenó a la vicepresidente a seis años de prisión. Al menos por hoy, me propongo no saturar al lector con uno más.
Es frecuente que analistas políticos califiquen a nuestro gobierno -y a otros de la región- de izquierdistas. Con lo cual le confieren una pátina ideológica que no merecen.
En la canción infantil inglesa, los indiecitos que iban desapareciendo eran diez. Igual número era el de los personajes que, en la novela de Agatha Christie, encontraban trágico fin.
En los últimos tiempos, en éste y en otros continentes, han surgido figuras que irrumpen en la política presentándose como algo distinto – cuando no, contrario – a las estructuras partidarias.
Allá por 1945, la oposición a la dictadura de entonces – que encontraría su sucesor en Perón, hombre de sus filas – reclamaba la renuncia de Farrell, que la presidía, proponiendo y coreando el eslogan de: “La Corte al gobierno”.
Hace muchos artículos –es decir, largo tiempo atrás – sostuve que era un contrasentido que los políticos hablaran de sí como miembros de una clase: la “clase política”.
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