Allá por los años 70, la guerrilla que usaba antifaz peronista, había inventado un mito. Enarbolaba la figura de Evita, convirtiéndola en la izquierdista que ella nunca había sido, para oponerla a la de un Perón a quien los montos consideraban aburguesado. En otras palabras: fue la figura elegida para llevar agua justicialista al molino de la izquierda.
Quién inventó lo de la grieta, para describir las diferencias entre los K y sus opositores, no lo sé. Sí, sé que mentarla es un lugar común. Nos dicen que separaría a los argentinos como nunca.
En 1973, cuando Perón se aproximaba – simultáneamente – a su tercera presidencia y a la muerte, el aparato de su partido impuso la candidatura a vicepresidente de su mujer, Isabel Perón. De ese modo pretendía asegurar el legado ideológico del general, cuyo próximo fin estaba a la vista.
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