
Contagiosa hipocresía.
Haber señalado desde que apareció la fórmula que hoy nos gobierna que su cabeza estaba constituida por la hipocresía y la enfermedad psicopática, ha compartido la suerte de muchos diagnósticos tempranos: no se los quiere aceptar porque habitualmente las lesiones no producen todavía síntomas, enojan con frecuencia y provocan dudas.