Se cumplen 100 años de la creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Una empresa señera en el crecimiento y el desarrollo de nuestra economía, fundamental para el trazado de las primeras rutas pavimentadas del país. Y, si no me equivoco, la primera empresa estatal petrolífera de toda América. También, el modelo de dónde surgieron, después, Pemex en Méjico, Petrobras en el Brasil o Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos.
En ésta celebración, dos canallas estarán al frente de los actos públicos: Cristina Fernández, que aún debe tener, entre sus múltiples activos, saldos de las regalías petroleras pagadas por la Nación a la provincia de Santa Cruz y birladas por su marido, Néstor Kirchner. Esto ocurría cuando un turco cuatrero riojano privatizó la empresa mientras los cacos sureros proclamaban a Menem el mejor presidente de la historia.
Y el otro canalla es el personaje ridículo que aparenta ser Presidente de la República: Alberto Fernández.
Después metieron, como accionista, sin pagar un centavo, a Enrique Esquenazi que pasó a ser el dueño del 25 por ciento de la empresa. El español dueño de Repsol justificó el hecho diciendo que el ruso era «especialista en mercados regulados». Era más fácil y más cierto decir que le habían tenido que ceder ese 25 por ciento porque era el testaferro del presidente Kirchner.
La viuda reestatizó el 51 por ciento de la empresa poniendo como negociador a un imbécil de la FUBA que hoy gobierna la provincia de Buenos Aires, que pagó lo que no debía y nos dejó además los juicios de los Esquenazi.
El gremio del SUPE y sus dirigentes fueron cómplices o encubridores de todo.
El general Enrique Mosconi, fundador y presidente de YPF tenía, cuando murió, 8 (ocho) pesos en su cuenta corriente; y su única propiedad, comprada con un crédito bancario, al día, pero sin terminar de pagar.
Por Erique Graci Susini.